INGREDIENTES:
500 gr nata líquida 35% m.g.
2 cuch grandes azúcar
3 hojas de gelatina
1 cuch. grande vainillado
3 cuch. cacao puro


ELABORACIÓN:
Ponemos la nata en un cazo junto a las dos cucharadas de azúcar y llevamos al fuego, mientras se calienta ponemos las hojas de gelatina a hidratar en un bol con agua fría. Cuando la nata rompa a hervir apartamos del fuego y añadimos la gelatina muy bien escurrida, movemos bien hasta su completa disolución.

Separamos la mezcla en dos recipientes a partes iguales, en uno de ellos añadimos la cucharada sopera de azúcar vainillado (podéis sustituirla por esencia de vainilla), movemos bien para integrarla.

Vertemos la mezcla que contiene el azúcar vainillado, bien en recipientes individuales o en uno grande (a mí me gusta hacer postres individuales a menudo).

Dejamos que atempere y cuando haya perdido algo de calor metemos en el frigorífico para que vaya cuajando. Mientras ponemos el cacao puro en la otra mitad de la mezcla y movemos muy bien para integrarlo y disolver los grumos (mejor en caliente, para que el cacao se disuelva mejor).

La mezcla que tenemos en el frigorífico irá cuajando más rápido que la que tenemos fuera, si la de fuera empezara a cuajar porque hiciera mucho frío, simplemente darle un golpe de microondas. La gelatina se puede calentar sin llegar nunca a hervir, no obstante al volcarla sobre la otra no puede estar caliente sino la desharía.

Cuando la gelatina de vainilla esté mas o menos firme (una hora o así), sacamos los recipientes del frigorífico,y rellenamos con la panna cotta de cacao. Volvemos a llevar al frigorífico un par de horas mínimo.

Nota: este postre está buenísimo, pero no te recomiendo hacer raciones muy grandes, para que no te resulte pesado.