Ingredientes:
200 ml. de nata líquida
45 gr. de queso roquefort (o queso azul)
2 cucharadas soperas de aceite de oliva
1 pizca de nuez moscada
Elaboración:
Para empezar, en una sartén ponemos las dos cucharadas de aceite de oliva, y lo llevamos al fuego. Cuando esté caliente, añadimos el queso roquefort y lo deshacemos a fuego lento mientras lo vamos removiendo con una cuchara de madera.
Cuando esté deshecho el queso, añadimos la nata líquida y removemos todo a fuego lento. Cuando la nata y el queso esté bien integrados, condimentamos la salsa roquefort con un poco de nuez moscada (sal no hace falta añadir, pues ya está contenida en el queso).
Llegados a este punto, lo único que nos queda es dejar que la salsa cueza ligeramente a fuego suave hasta que adquiera la consistencia deseada, teniendo en cuenta que cuanto más tiempo esté al fuego, más espesará.
Si al final la salsa roquefort nos queda demasiado espesa y queremos rectificar su textura, podemos echar un poco de caldo de pollo, o más nata líquida.
Para empezar, en una sartén ponemos las dos cucharadas de aceite de oliva, y lo llevamos al fuego. Cuando esté caliente, añadimos el queso roquefort y lo deshacemos a fuego lento mientras lo vamos removiendo con una cuchara de madera.
Cuando esté deshecho el queso, añadimos la nata líquida y removemos todo a fuego lento. Cuando la nata y el queso esté bien integrados, condimentamos la salsa roquefort con un poco de nuez moscada (sal no hace falta añadir, pues ya está contenida en el queso).
Llegados a este punto, lo único que nos queda es dejar que la salsa cueza ligeramente a fuego suave hasta que adquiera la consistencia deseada, teniendo en cuenta que cuanto más tiempo esté al fuego, más espesará.
Si al final la salsa roquefort nos queda demasiado espesa y queremos rectificar su textura, podemos echar un poco de caldo de pollo, o más nata líquida.